No despreciéis a nadie, mis hijos, porque vosotros sois todos uno. Enviad Llama Violeta en cantidad, todos los días de vuestra vida, sobre las otras razas que algunos desprecian. Enviad Llama Violeta en los establecimientos públicos, en las situaciones, en los gobiernos. Cargad con ella los funcionarios, los conductores de trenes y de ómnibus, los automovilistas y los dirigentes de radio, etc.
No critiquéis nada ni a nadie, porque vosotros sois responsables y solidarios en todo lo que ocurre sobre la Tierra. Pensad que, si alguien procede mal, sois también responsables por eso, y debéis corregir el comportamiento de ese ser. Debéis enviarle cantidades de oleadas de Llama Violeta.